jueves, 26 de marzo de 2015

Las neuronas espejo


                                             



Cada mañana me preparo para dar entrada al nuevo día con la máxima atención, pues la vida desprende magia y no debemos perder detalle. El saludo agradable o desagradable de las personas que voy  encontrando a mi paso, evidencian mi estado de ánimo, porque lo que creo ocurre fuera de mi, resulta que ya ha sido fraguado en mi interior. Ahora sé que no hay fuera ni dentro, que toda la realidad habla de mí, me delata. “Conócete a ti mismo”, dijo Sócrates, a lo que yo añadiría, salvando las distancias con tan insigne pensador: “ conócete, mirando hacia el exterior”. Un análisis intrínseco a partir de lo extrínseco.

 Ayer tuve un encontronazo con una persona a primera hora, un mal empiece para ambas, hoy le he dado los buenos días con una amplia sonrisa. Ahora que soy consciente de que  entre ella y yo no existen límites, que se me aparece para verme, tengo la obligación de perdonarnos por el bien de las dos.

Una de las muchas causas de que no existan límites,  es la existencia de unas juguetonas neuronas que ocupan varias zonas de mi cerebro. Fueron descubiertas por casualidad y bautizadas como “neuronas espejo”. Ellas son las responsables de la comunicación no verbal, creando un canal de información que implica la imitación. Se cree que fueron el origen del desarrollo del habla y son altamente empáticas, pues tienen la capacidad de transmitir fácilmente emociones positivas o negativas, de una persona a otra. Cuando sonrío a alguien, ese alguien sonríe conmigo, y al contrario. Cuando lloro ante alguien, ese alguien llora conmigo, y al contrario. Veo reír porque siento la risa dentro, lo mismo que veo llorar, así es cómo funciona el espejo, sin embargo hay mayor excitación ante situaciones agradables.

Después de esto, es importante señalar que nuestras conductas y acciones activan los cerebros de los demás por medio de estas neuronas que extienden caminos, puentes, y senderos acompasándose con el otro, como cuando te acoplas a un grupo de danza Tai Chi sin saber los movimientos y terminas fundiéndote en ella con todos. Es la conversión de la dualidad en el UNO.

Así pues, si mis neuronas espejo son tremendamente contagiosas, existe la necesidad de meditar sobre mis actos por la importancia del valor que ejercemos en el cerebro de los demás. Es una reflexión trascendental puesto que somos responsables de nuestra interactuación con las personas y de su resultado; de ahí la necesidad de lavar las heridas curando pacientemente las dolencias de la comunicación.

Mi reflexión me lleva a pensar que las neuronas espejo son herramientas del bien, las semillas del amor plantadas en cada cerebro para fundirse en el del otro y sanar las almas de los dos.


                                                                                                                                   V. Abad